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«Solo por hoy, no te enojes»: una mirada saludable e integradora

Uno de los principios fundamentales de Reiki dice: «Solo por hoy, no te enojes». A simple vista, parece una invitación a eliminar una emoción que consideramos negativa. Pero el enojo no es un enemigo: es parte de lo que somos. Pretender no sentirlo es como pedirle al corazón que no lata o a los ojos que no lloren.


Carl Jung, en sus estudios sobre la sombra, señalaba que aquello que rechazamos de nosotros mismos termina por gobernarnos desde la oscuridad. «Aquello a lo que te resistís, persiste», decía. Y es que reprimir el enojo no lo hace desaparecer: lo convierte en veneno silente, en tensión acumulada que tarde o temprano encuentra un modo de salir, a veces a través del cuerpo.


Desde la medicina psicosomática, diversos estudios han explorado el impacto fisiológico del enojo. En investigaciones realizadas por el equipo del Dr. Redford Williams, de la Universidad de Duke, se demostró que las personas con altos niveles de ira reprimida tenían mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. El enojo sostenido incrementa la producción de cortisol y adrenalina, elevando la presión arterial y generando inflamación crónica.


Pero también está el otro camino: el de comprender el mensaje del enojo. Como una chispa que avisa que algo no está bien, que hay un límite cruzado, una herida abierta o una verdad que pide ser escuchada. Sentir enojo es humano; lo que hacemos con él es lo que marca la diferencia.


Este principio Reiki, lejos de pedirte que seas un ser inalterable, te propone algo mucho más profundo: que no te dejes poseer por el enojo. Que lo reconozcas, lo observes y elijas qué hacer con esa energía. Porque cuando el enojo se expresa con conciencia, puede volverse claridad. Puede marcar un cambio. Puede defender lo que importa.


No se trata de sonreír mientras algo nos duele. Se trata de no permitir que esa herida tome el mando. «Solo por hoy, no te enojes» puede reinterpretarse como: «Solo por hoy, elegí no quedarte atrapada/o en la reacción, elegí la respuesta».


En tradiciones como el Budismo Zen, se invita a contemplar el enojo como una nube pasajera. No se niega, se observa. Thich Nhat Hanh, maestro zen, decía que uno puede abrazar su enojo como se abraza a un niño que llora: con atención y ternura.

Y si el principio comenzara con otra palabra: solo. Solo por hoy. Eso también es una clave: no es para siempre, no es una exigencia perpetua. Es una elección que se renueva a cada amanecer. ¿Puedo hoy elegir no sostener mi enojo como un estandarte? ¿Puedo hoy elegir calmar esa tormenta?


Algunas ideas para integrar este principio en la vida cotidiana:

  • Nombrá tu emoción: decir "estoy enojada/o" ya comienza a transformarla.

  • Hacé una pausa. Respirá tres veces profundo antes de responder.

  • Escribí lo que sentís. Muchas veces lo que necesitamos es ser escuchadas/os, aunque sea por nosotras/os mismas/os.

  • Mové el cuerpo. El enojo es energía en movimiento: bailá, caminá, corré si hace falta.

  • Buscá comprender qué hay debajo: muchas veces el enojo es un mensajero del dolor, la tristeza o la impotencia.


Reiki nos enseña a volver al presente con amabilidad. Este principio es una forma de recordarnos que no somos nuestras reacciones, sino la conciencia que puede observarlas y transformarlas.



Porque sí: el pasto puede no estar más verde. Puede haber sequía, rabia, incertidumbre. Pero también hay sol. Y llueve. Y vuelve a crecer. Hoy, solo por hoy, elegí no quedarte en la tormenta. Observá el cielo. Quizá haya un claro.

El enojo es un ácido que puede hacer más daño al recipiente que lo contiene que a cualquier cosa sobre la que se derrame – Séneca

Un abrazo!

Marina


 
 
 

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