Cuando pensamos en limpieza energética, solemos pensar en sahumado, hierbas, resinas, como un trabajo exterior, para el cual se necesitan recursos externos, elementos con cierta carga mágica, por así llamarlo. Por supuesto que en el caso de la limpieza de espacios es necesario contar con tales elementos y utilizarlos de cierta manera, teniendo en cuenta algunas claves, como el día de la semana, horario, etc.
Pero hay una limpieza que muchas personas no tienen en cuenta, y que por más que hagamos limpieza de los espacios, no va a servir de mucho si no hacemos una exhaustiva limpieza previamente de nosotros mismos, sobre todo a nivel emociones y pensamientos. La energía de los hogares no es más que la prolongación de la energía de sus habitantes.
Solemos ubicar el problema de la "suciedad" energética afuera nuestro, culpando a veces a otras personas por quitarnos la energía, los famosos "vampiros energéticos". Pero hay un gran secreto, y es que nadie nos quita nada a menos que nosotros cedamos nuestro poder personal. Y esto sucede cuando, por más motivos válidos que tengamos, nuestras emociones y/o pensamientos no están en la sintonía del amor.
Cuando alguien nos dice algo que no nos gusta, nos insulta, la primer reacción puede ser el enojo o el miedo, algo totalmente normal. Pero permanecer en ese estado por un tiempo prolongado hace que nuestra energía se vaya debilitando y ensuciando. Y de a poco vamos cediendo el poder personal.
Todo pensamiento de miedo es un pensamiento de no-amor. El miedo es el verdadero antónimo al amor. Un buen ejercicio para evaluar que tan "limpios" energéticamente estamos es mirarnos en un hipotético espejo de pensamientos y emociones.
Hacer una lista de personas / situaciones que nos hacen daño, qué nos molesta de ellos en verdad? Algunos ejemplos:
Si algo nos provoca envidia, no será que nos refleja miedo por la falsa creencia que nosotros no seríamos capaces de lograr lo que el otro logró?
Si algo nos provoca celos, no será que nos refleja miedo por la falsa creencia de que no somos lo suficiente buenos, o bellos, o interesantes para otras personas? Acaso nuestra valía depende de la mirada ajena?
Si alguien nos insulta, y nos enojamos, será que ese insulto nos hace dudar de nuestra capacidad?
Estos son algunos ejemplos, a cualquier emoción o pensamiento negativo, tendríamos que darnos el momento de preguntarnos: qué es lo que en verdad me afecta? Por qué esta situación, o palabras, o accionar del otro, me hace daño? Qué resorte en mí golpea?
Por supuesto que es difícil no engancharse cuando algo nos causa dolor, pero ahí está el secreto de dónde tenemos que trabajar. Si seguimos culpando al otro de sus acciones, por más malas y dañinas que sean, en definitiva, estamos cediendo nuestro poder personal y ahí, nuestra energía bajará y se contaminará, evitando que podamos explotar nuestro potencial en todo aspecto de nuestra vida.
Empoderémonos!
Marina
Triskelate es un lugar de carácter trascendental y de crecimiento espiritual. Su nombre procede del símbolo celta Triskel/riskel, que significa la unión de cuerpo, mente y alma.
Estos tres conceptos pueden parecer diferentes al principio, pero están destinados a entenderse para siempre. Como seres encarnados, no debemos olvidar la espiritualidad. Sin espiritualidad, nunca podremos ser felices.
El camino no es la espiritualidad, sino que la espiritualidad es el camino.